Margarita Villalba tiene 34 años, es de la comunidad moqoit de La Tigra y desde hace más de 2 años vive un calvario, como tantas otras mujeres que no encuentran contención por parte de un Estado que destina sumas millonarias para pagar sueldos de «funcionarios y funcionarias» que «no funcionan».
Decidida a poner fin al infierno al que fue arrastrada luego de una efímera relación con un sujeto de nombre Aníbal Luján Domíngues (38), quien la amenaza y persigue permanentemente pese a una «orden de prohibición de acercamiento» dispuesta por «la jueza Lioni de La Tigra» que no cumple; Margarita viajó hasta Resistencia con la intención de solicitar una ayuda que en su pueblo no consigue.
Estando en la plaza central, mientras buscaba la forma de ser atendida por alguna autoridad gubernamental, coincidió con la protesta del Frente Popular Darío Santillán y donde conoció al activista Miguel Chamorro, quien la acompañó hasta la Comisaría de la Mujer para que radicara su denuncia.
En su exposición, Villalba narró los hechos sufridos y dejó constancia que en la comisaría de La Tigra no le reciben sus denuncias o las confeccionan «con errores», lo que haría inviable su tratamiento. También viajó a Sáenz Peña para radicar la correspondiente denuncia ante la División de la Mujer de dicha ciudad, donde también intervino la Fiscalía Nro 3 a cargo del Dr. Soto.
Margarita es una joven mujer que vive sola con 6 hijos de una anterior relación y un bebé de 2 años producto de su relación con Domínguez y quien se habría empeñado en hacerla abortar. Durante el contacto con SoloChaco, en ningún momento pudo mirar a los ojos a este cronista y en varios pasajes de la charla rompió en llanto, reiterando que teme por su vida y por la de sus hijos, todos ellos menores de edad.
El caso de Margarita no es un caso aislado, es uno de tantos que sufren numerosas chaqueñas, algunas logran reunir el valor para denunciarlo mientras otras sufren en silencio el infierno al que son sometidas por sus parejas, ex parejas o cualquiero otro cobarde que cree que les pertenece. Los funcionarios por su parte, entre que no saben, no pueden o no les interesa descender a estos infiernos para ayudar a las víctimas a salir de él y a reorganizar su vida.
La situación de Margarita y de tantas como ellas no cambiará por resoluciones judiciales ni por la intervención de «especialistas» a sueldo, la situación podría comenzar a mejorar el día que aborde seriamente en todo el sistema educativo y se evite que los Domínguez caminen libremente para seguir sometiendo a Margaritas, o lo que es peor aún, volvamos a lamentar otra Úrsula.