Los caciques de cuatro aldeas mataco-wichi se reunieron para compartir los problemas que sacuden a los pobladores, y solicitar asistencia al Gobierno provincial. Estas aldeas se sitúan en el extremo Noroeste del Impenetrable chaqueño y próximas al límite con la provincia de Salta.
Los caciques Cirilo Mansilla, de Vizcacheral; Eliseo Ibarra, de Sauzal; Daniel Digan, de Wichi El Pintado y Pedro Rey, de Tres Pozos, trajeron sus propuestas al Gobierno, a través del Ministerio de Desarrollo Humano.
El Gobierno del Estado Provincial hace más de diez años que no atiende a estas comunidades; son poblaciones ignoradas e inexistentes.
De acuerdo con su tradición cultural, los caciques wichi son hombres que poseen potencia, y esta condición los lleva a asumir su responsabilidad y preocupación por la forma de vida que tienen las familias de su aldea. Es el caso de la alimentación, las enfermedades, el alcoholismo y las drogas.
Por otra parte, la autoridad del cacique pareciera desbordada. Los caciques se encuentran frente a diferentes tipos de conducta que podríamos calificar bajo la noción de descontrol. Se trata de transgresiones, entre otras, las que curiosamente hacen los jóvenes y los niños.
La alimentación
Respecto de su alimentación, con suerte, comen más de una vez al día. La falta de agua los lleva a recorrer grandes distancias para encontrar en pozos y madrejones; cargando pesados bidones regresan a su aldea. La obtención de agua, y agua potable, es un fantasma que acecha a los wichi y, en consecuencia, las enfermedades se multiplican, especialmente, entre los niños y los ancianos.
Desnutrición infantil
La escuela es el único lugar donde los chicos tienen una comida, además de aprender a leer y escribir. En otro orden, las escuelas de esta zona soportan un gran deterioro edilicio. La Escuela N° 85 de Tres Pozos tiene dos baños para trescientas personas, en los diferentes turnos. Hacinados en ranchos de paredes de adobe y techos de chapa; viven en la pobreza extrema.
La preocupación fundamental de los caciques
Desde hace más de veinte años, niños, adolescentes y jóvenes consumen «paco», marihuana, pegamento, alcohol etílico mezclado con agua; también hemos observado la inhalación de nafta que los niños sacan de las motos.
La preocupación fundamental de los caciques por el consumo de drogas entre los chicos y jóvenes, hace unos años los llevó a resolver la cuestión con una «guardia» que cuidara sus fronteras. Esto es, los límites de sus poblados.
Hacia fines del año 2018 y durante todo el 2019, tuvimos noticias acerca de las Guardias Comunitarias Wichi, en el Impenetrable chaqueño.
Estas Guardias Whasek se instalaron en dos centros vulnerables, Misión Nueva Pompeya y Sauzalito. Los muchachos wichí, con su uniforme militar, montaban guardia permanentemente para defender a su población, del narcotráfico y la destrucción y saqueo de los recursos naturales. Sin embargo, su presencia molestó a sus vecinos los «blancos», a los municipales, y a los agentes del Gobierno.
Finalmente, con su influencia poderosa terminaron por prohibir a estas Guardias Wichi. Ellos no se organizaron para atacar ni agredir a otros; tampoco buscaron expandir los límites de sus tierras ancestrales. Solo buscaron proteger a los jóvenes de las drogas.
Así llegamos a la actualidad, donde los caciques de cuatro aldeas wichi piden ayuda al Gobierno provincial para combatir el hambre, el alcoholismo y las drogas entre los jóvenes.
Entre las poblaciones indígenas de la región del Chaco, los mataco-wichi parecen constituir la población más vulnerable y sufren en silencio su suerte… Silenciosos, prudentes y retraídos, portan su máscara cultural. Detrás de la máscara encontramos hombres y mujeres que poseen una mente brillante, y así sobreviven, a la espera de un tiempo mejor, como en la época de sus ancestros.
Por: Susana Colazo (antropóloga). (NORTE)