• 9 mayo, 2024

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¿Es bíblico que la mujer pastoree?

Ene 26, 2024

En el mundo actual ya es algo natural que las esposas de Joel Osteen, Guillermo Maldonado, Jesse Duplantis, Cash Luna, Dante Gebel, Marcos Witt, Benny Hinn, Kenneth Kopeland, Paul Crouch, Creflo Dollar y David Oyedepo (entre muchos otros), hayan sido designadas “pastoras” o “co-pastoras” por sus propios esposos, líderes de iglesias pentecostales, neo-pentecostales o carismáticas. El 78% de los protestantes de los EE.UU., independientemente de su denominación, reconocen estar cómodos con las mujeres que ejercen el pastorado.

En el ámbito de las iglesias evangélicas de Resistencia, este hábito se repite con frecuencia: las esposas de los pastores locales se convierten automáticamente en “pastoras” y son tratadas como tales; como que tal condición, el ministerio pastoral, fuera inherente al vínculo matrimonial. Otro tanto ocurre con los hijos de dichos matrimonios, como si la labor ministerial fuera transferible, hereditaria o dinástica. Tal parece que la voluntad del Espíritu Santo siempre se mueve en el mismo sentido y que los casos bíblicos de los hijos de Samuel, David o Elí no dieran para pensar. ¿Muestra, insinúa o implica La Biblia que el llamado al pastorado es matrimonial o tan siquiera vincular? ¿Es el Espíritu Santo el que llama y unge, o son los hombres, en base a sus mezquinos y –casi siempre- equivocados intereses?

Posiblemente uno de los temas más discutido en la iglesia de hoy que el de las mujeres que sirven como pastoras/predicadoras/maestras de la Palabra. Por consiguiente, es muy importante no enfocar este tema como otra situación de hombres contra mujeres, como chicanean vastos sectores anti-cristianos. Hay mujeres que creen que las idóneas no deberían servir como pastoras y que la Biblia coloca restricciones en el ministerio de las mujeres y hay hombres que creen que las mujeres pueden servir como predicadoras y que no hay restricciones sobre las mujeres en el ministerio. Pero este no es un asunto patriarcal, de machismo, discriminación o dominación. Es un asunto de interpretación bíblica.

1ª Timoteo 2:11-12 proclama: «La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio». En la iglesia, Dios asigna diferentes roles a los hombres y a las mujeres. Este es el resultado de la manera en que la humanidad fue creada (1ª Timoteo 2:13) y la manera en la que el pecado entró en el mundo (2ª Timoteo 2:14). Dios, a través de los escritos del apóstol Pablo, ha restringido expresamente a las mujeres de servir en roles de enseñanza y/o tener autoridad sobre los hombres. Esto impide a las mujeres servir como pastoras sobre los hombres, lo cual incluye predicarles, enseñarles públicamente y ejercer autoridad espiritual sobre ellos. Y lo hace mediante una instrucción afirmativa que, si se considera seriamente, no parece abrir opciones de debate.

En pleno auge del feminismo militante, de las ideologías de género y del “empoderamiento” femenino como herramienta de canalización de resentimiento y revancha, que han contaminado las congregaciones, invadido las escuelas y tomado estamentos públicos, hay muchas objeciones a este punto de vista sobre las mujeres en el ministerio pastoral. Una discrepancia común es que Pablo restringe a las mujeres de enseñar porque en el siglo primero las mujeres, por regla general, eran iletradas. Sin embargo, en ninguna parte de 1ª Timoteo 2:11-14 menciona el nivel educativo. Si la educación hubiese sido un requisito para el ministerio, la mayoría de los discípulos de Jesús probablemente no habrían calificado. Una segunda objeción común era que Pablo solamente restringió a las mujeres de Éfeso de enseñar a los hombres (1ª Timoteo fue escrita a Timoteo, de la iglesia de Éfeso). La ciudad de Éfeso fue conocida por su templo de Artemisa y las mujeres eran la autoridad en esa rama del paganismo (como así también del Baal fenicio/cananeo y de buena parte de los dioses sirios y egipcios); por lo tanto, la teoría dice que Pablo sólo reaccionaba contra las costumbres de los idólatras de Éfeso dirigidas por mujeres y la iglesia necesitaba ser diferente. Sin embargo, en ningún lugar del libro de 1ª Timoteo se menciona a Artemisa, ni Pablo menciona la práctica estándar de los adoradores de Artemisa como una razón para las restricciones en 1ª Timoteo 2:11-12.

Una tercera objeción común es que Pablo solamente se está refiriendo a los esposos y las esposas, no a los hombres y a las mujeres en general. Los versículos 8 al 10, en su original griego, claramente se refieren a los hombres y mujeres en general, no solamente a los esposos y a las esposas. No hay nada en el contexto que debiera indicar una limitación para esposas y esposos en los versículos 11 al 14.

Ahora, ¿cuáles son el alcance y vigencia de estas enseñanzas?, eso está claro en 1ª Corintios 4:17: “…de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias”. Pablo definía la universalidad de sus instrucciones, que tampoco prescribían según la época. La doctrina bíblica es la misma para todas las iglesias y no es pasible de ser modificada por ninguna autoridad congregacional, cada tanto y como para ir acomodando las verdades eternas al dictado de los tiempos, las tendencias o los intereses personales, sin riesgo de caer en los gravísimos errores del magisterio católico, por hacer una triste comparación. Cabría preguntar a los que se atreven a introducir tales innovaciones a un canon cerrado: “¿Acaso ha salido de vosotros la palabra de Dios, o sólo a vosotros ha llegado? Si alguno se cree profeta o espiritual, reconozca que lo que os escribo son mandamientos del Señor” (1ª Corintios 14:36-37). ¿Ya no despierta temor alguno Apocalipsis 22:18-19?

Otra objeción a esta interpretación de mujeres en el ministerio pastoral es en relación con Miriam, Débora, Hulda, mujeres que mantuvieron posiciones de liderazgo en el antiguo testamento. Es verdad que estas mujeres fueron escogidas por Dios para un servicio particular, concreto y temporal para sus propósitos soberanos y que ellas son modelos de fe, coraje y, sí, liderazgo. Sin embargo, la autoridad de las mujeres en el antiguo testamento no tiene continuidad ni es relevante para el tema de los pastores en la iglesia, como algunos pretenden. Las epístolas del nuevo testamento presentan un nuevo paradigma para el pueblo de Dios, la iglesia, el cuerpo de Cristo y, ese paradigma involucra una estructura de autoridad única para la iglesia, no para la nación de Israel o cualquier otra entidad del antiguo testamento.

Argumentos similares se hacen usando el ejemplo de Priscila y Febe en el nuevo testamento. En el libro de los Hechos, el capítulo 18, Priscila y Aquila son presentados como ministros fieles de Cristo. El nombre de Priscila es mencionado primero, indicando probablemente que ella era más «prominente» en el ministerio que su esposo. ¿Enseñaron Priscila y su esposo el evangelio de Jesucristo a Apolos? Sí, en su casa «le expusieron más exactamente el camino de Dios» (Hechos 18:26). ¿Dice la Biblia alguna vez que Priscila pastoreó una iglesia, o que enseñó públicamente o se convirtió en la líder espiritual de una congregación de santos? En ninguna parte se describe a Priscila participando en una actividad de ministerio que esté en contradicción con 1ª Timoteo 2:11 al 14.

En Romanos 16:1, a Febe se le considera una «diaconisa» (o «sierva») en la iglesia y es altamente elogiada por Pablo. Pero, como con Priscila, no hay nada en las Escrituras que indique que Febe fuera una pastora o maestra de hombres en la iglesia. «Apto para enseñar» es un calificativo dado para los ancianos, pero no para los diáconos (1ª Timoteo 3:1-13 y Tito 1:6-9).

La estructura de 1ª Timoteo 2:11 al 14 deja la razón perfectamente establecida. El versículo 13 comienza con «Porque» y da la «causa» de lo que Pablo declara en los versículos 11 y 12. ¿Por qué las mujeres no deberían enseñar o tener autoridad sobre los hombres? Porque «Adán fue formado primero, luego Eva. Y Adán no fue engañado; sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión». Esa es la razón. Dios creó a Adán primero y luego creó a Eva a fin de que fuera «ayuda idónea» para Adán. Este orden de la creación tiene una aplicación universal para la humanidad en la familia (Efesios 5:22-23) y en la iglesia.
El hecho de que Eva fuera engañada también se da en 1 Timoteo 2:14 como una razón para que las mujeres no sirvan como pastoras o tengan autoridad espiritual sobre los hombres. Esto no significa que las mujeres sean ingenuas o que sean engañadas más fácilmente. Si todas las mujeres son engañadas más fácilmente, ¿por qué se les permitiría enseñar a los niños (quienes son fácilmente engañados) y a otras mujeres (quienes supuestamente son engañadas más fácilmente)? El texto simplemente dice que las mujeres no deben enseñar o tener autoridad espiritual sobre los hombres porque “Eva fue engañada”. Dios ha dado a los hombres la autoridad de enseñanza principal y liderazgo en la iglesia.

Muchas mujeres sobresalen en dones de intercesión, hospitalidad, consuelo, misericordia, administración y todo tipo de servicio y acompañamiento . Gran parte del ministerio de las iglesias se sostiene en las mujeres. Las mujeres en la iglesia no están limitadas para orar en público (1ª Corintios 11:5), solamente son instruidas para no tener autoridad en las enseñanzas espirituales sobre los hombres. La Biblia en ninguna parte restringe a las mujeres de ejercitar los dones del Espíritu Santo (1ª Corintios capítulo 12). Así como los hombres, las mujeres, están llamadas a ministrar a otros, a demostrar el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) y a proclamar el evangelio a los perdidos (Mateo 28:18-20; Hechos 1:8 y 1ª Pedro 3:15).
Dios ha ordenado que solamente los hombres sirvan en posiciones de autoridad de enseñanza doctrinal en la iglesia. Esto no es necesariamente porque son mejores maestros, o porque las mujeres son inferiores o menos inteligentes. Es simplemente la manera en que Dios diseñó el funcionamiento de la iglesia. Los hombres deben ser ejemplo en el liderazgo espiritual, en sus vidas y a través de sus palabras. Las mujeres deben asumir otros papeles. Por ejemplo, se las anima a enseñar a otras mujeres (Tito 2:3-5). La Biblia tampoco restringe a las mujeres de enseñar a los niños. La única actividad de la que están restringidas es de enseñar o tener autoridad espiritual sobre los hombres. Esto impide que las mujeres sirvan como pastoras de hombres. De ninguna manera esto las hace menos importantes, más bien les da un ministerio enfocado más de acuerdo con el talento dado por Dios.

Hombre y mujer han sido creados iguales EN CUANTO A DIGNIDAD y DIOS NO HACE ACEPCION DE PERSONAS (Romanos 2:11; Hechos 10:34; Gálatas 2:6), sin embargo, Dios le asignó roles, funciones diferentes, distintivas, de supremo valor específico para desenvolverse en los propósitos divinos y responder al imperio de Su soberanía.

Y por si las mentiras, presiones, distorsiones, urgencias y prioridades del adversario que maneja el mundo moderno pudieran hacer creer que todo lo anterior es insuficiente o incompleto o equivocado, recordemos que la mujer ha sido bendecida con la capacidad única de engendrar hijos. ¿Puede imaginar una tarea más sagrada o un privilegio mayor? Pues ese milagro biológico y espiritual fue delegado exclusivamente a la mujer.

La defensa descansa, su Señoría.

C.C.