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Feb 6, 2023

Por Raúl S. Vinokurov – A medida que pasan los días se incrementan los problemas para el país y su gente, aumentando paralelamente dos cuestiones, entre otras, como son los errores y déficits de la gestión gobernante y los desesperados intentos por tapar la crisis gastando enormes cantidades de dinero en publicidad vacía de contenido, engañosa, incomprobable y muchas veces faltando a la verdad.

Los errores discursivos de Alberto Fernández son tan comunes que no solo no sorprenden, sino que lamentablemente los estamos naturalizando. El presidente, al que muchos llaman directamente mentiroso, es una inagotable fuente de desaciertos, a pesar que ya hace bastante tiempo designaron a la periodista Gabriela Cerruti como vocera justamente para limitar la palabra pública de Alberto Fernández.

Como corresponde Cerruti también dice cosas para esconder o falsear la realidad, explicando lo inexplicable o justificando lo injustificable.

A nivel internacional los desaciertos son muchos y eso quedó evidenciado en la Cumbre de la CELAC donde varios países no enviaron a sus presidentes y además algunos de ellos criticaron fuertemente la posición argentina. Sin mencionar algunos desplantes impensados desde lo protocolar.

Hasta el Censo 2022, que como herramienta técnica no debería despertar ninguna sospecha tuvo que posponer la publicación parcial de sus resultados dejando ver errores y por supuesto sembrando dudas en cuestiones elementales. Todo mal.

Desde lo ideológico también siembran falsedades confundiendo a la población en general. Como el relato oficialista critica a la derecha muchos creen que el peronismo gobernante es un partido con contenidos de izquierda. Nada más lejos de la verdad. No solo por lo que hacen sino fundamentalmente porque el peronismo nunca fue un partido de izquierda. Al desconocer facetas importantes de nuestra historia, un gran porcentaje de la población asume como una verdad que el kirchnerismo es izquierda. Fracciones de la llamada izquierda nacional también parecen olvidar nuestra historia.

Desde lo político favorecen el surgimiento de figuras como Javier Milei, sin más mérito que denunciar la “casta” política a la que se suma pero dice no pertenecer. Por supuesto, Milei le saca votos al macrismo, al radicalismo, a la oposición en general favoreciendo así al oficialismo, cosa muy importante en un complicado año electoral. Javier Milei es alegremente funcional al kirchnerismo que con tanto énfasis critica.

Cristina Kirchner ha tenido reveses judiciales que la enojaron mucho y que desencadenó la campaña para destituir a La Corte Suprema y armar un aparato más afín a sus intereses personales, o sea, zafar judicialmente y salvar su fortuna. Otra vez elije al silencio como estrategia de lucha utilizando algunas de sus principales espadas políticas para hacer y decir lo que a ella le conviene, Alberto Fernández incluido.

Dentro del peronismo se alzan voces críticas a la gestión y estado general del país, llegando incluso a pedirle al presidente la generación de fuentes de trabajo, ya que mano de obra desocupada hay y mucha, según el intendente Mario Ishii. Hay que dejar de ser parásitos, dijo. Por supuesto algunos gerenciadores de la pobreza lo criticaron duramente llevándolo incluso al campo del narco tráfico, como expresó Juan Grabois, defensor junto a otros partidos de los planes sociales que critica Ishii y que más de 200.000 de ellos están sospechados de corrupción. Ese es el nivel de nuestros dirigentes.

¿Cuáles son las propuestas que podrían seducirnos? Prácticamente no existen en ningún partido. Internas, peleas, diferencias, agravios, tratar de mantener privilegios, falta de planes para solucionar la economía, la educación, la calidad de vida en general, seguir viviendo de los pobres, gastar la plata del pueblo en mucho circo y cada vez menos pan, pero apareciendo públicamente como los más eficaces gestores de la administración pública, candidatos eternos a ocupar algún cargo público. Y tantas cosas más que nos hacen mirar con mucha preocupación el futuro de nuestro país y por supuesto, de sus habitantes, aunque no sepamos con exactitud cuantos somos.